En ese
año 1893,
aceptó firmar un contrato de trabajo por un año con una compañía india que
operaba en Natal (Sudáfrica). Se interesó por la situación
de los 150 000 compatriotas que residían allí, luchando contra las leyes que
discriminaban a los hindúes en Sudáfrica mediante la resistencia pasiva y la desobediencia civil.
Sin
embargo, el incidente que serviría como un catalizador de su activismo político
ocurrió varios años después, cuando viajando a Pretoria fue sacado forzosamente
del tren en donde viajaba en la estación de Pietermaritzburg, cuando se negó a
mudarse de la primera clase donde viajaba a la tercera clase, la cual se
destinaba a la gente negra. Más tarde, viajando en una diligencia, fue golpeado
por el conductor cuando se negó a ceder su asiento a un pasajero de piel
blanca. Además, en este viaje sufrió otras humillaciones al no darle
alojamiento en varios hoteles debido a su raza. Esta experiencia le puso mucho
más en contacto con los problemas que sufrían cotidianamente la gente negra en
Sudáfrica. Y en este país, después de haber sufrido el racismo, prejuicio e
injusticia comenzó a cuestionar la situación social de sus coterráneos y el
suyo mismo en la sociedad.
Cuando se
terminó su contrato, se preparó para volver a la India. En la fiesta de
despedida en su honor en Durban, hojeando un periódico se informó que se estaba
elaborando una ley en la Asamblea Legislativa de Natal, la cual negaría el voto
a los indios. Pospuso su regreso a la India y se dedicó a la tarea de elaborar
diversas peticiones, tanto a la asamblea de Natal como al gobierno británico
tratando de evitar que dicha ley fuese aprobada. Si bien no logró su objetivo,
ya que la ley fue promulgada, logró, sin embargo, llamar la atención sobre los
problemas de discriminación racial contra los indios en Sudáfrica.
Amplió su
estancia en este país, fundando el Partido Indio del Congreso de Natal en 1894. A través de esta
organización pudo unir a la comunidad india en Sudáfrica en una fuerza política
homogénea, inundando a la prensa y al gobierno con denuncias de violación de
los derechos civiles de los indios y evidencias de la discriminación de los
británicos en Sudáfrica.
Gandhi
regresó a la India breve tiempo para llevar a su esposa e hijos a Sudáfrica. A
su regreso, en enero de 1897, un grupo de hombres blancos lo atacó y trataron
de lincharlo. Como clara indicación de los valores que mantendría por toda su
vida, rehusó denunciar ante la justicia a sus atacantes, indicando que era uno
de sus principios el no buscar ser resarcido en los tribunales por los daños
perpetrados sobre su persona.
Al
principio de la guerra de Sudáfrica, Gandhi consideró que los indios debían
participar en dicha guerra si aspiraban legitimarse como ciudadanos con plenos
derechos. De esta forma organizó cuerpos de voluntarios no combatientes que
asistieran a los británicos. Sin embargo, al terminar la guerra, la situación
de los indios no mejoró; de hecho, continuó deteriorándose.
En 1906, el gobierno de Transvaal
promulgó una ley que obligaba a todos los indios a registrarse. Esto originó
una protesta masiva en Johannesburgo donde por primera vez Gandhi
adoptó la plataforma llamada satia-graja
(‘apego o devoción a la verdad’) que consistía en una protesta no violenta.
Gandhi
insistió en que los indios desafiaran abiertamente, pero sin violencia, la ley
promulgada, sufriendo el castigo que el gobierno quisiera imponer. Este desafío
duró siete años en los cuales miles de indios fueron encarcelados (incluyendo a
Gandhi en varias ocasiones), azotados e incluso fusilados por protestar,
rehusar registrarse, quemar sus tarjetas de registro y cualquier otra forma de
protesta no violenta. Si bien el gobierno logró reprimir la protesta de los
indios, la denuncia en el exterior de los métodos extremos utilizados por el
gobierno de Sudáfrica finalmente obligó al general sudafricano Jan Christian
Smuts a negociar una solución con Mahatma Gandhi.